Imaginario lotaviano XIII

13.1 Pueblos y caseríos (IV)

Casas de bloques amarillentos de Bélar / Caserío de Icor, Arico.
Casas de bloques amarillentos de Bélar / Caserío de Icor, Arico.

 

 

13.1.1     Bélar

 

 

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    Bélar está enclavado en pleno sur de Lotavia. Es una región ardiente en medio de la árida planicie meridional de la isla, pues su clima no lo atemperan ni la brisa del mar ni la humedad de las montañas. Los veranos son largos y el frío invernal, escaso y extremo. Bélar continúa siendo el pueblo mayor de la comarca, emplazado a la vera de uno de los poco profundos barrancos que bajan en declive desde la Dorsal del Sur hasta los arenales de la costa de Tentiguada. En la década de los 40 carecía de calles; las casas iban surgiendo diseminadas en el interior de las fincas, a medida que los descendientes de cada linaje se emancipaban para crear su propia rama familiar; se comunicaban por callejones de tierra o pistas con rodaderas de lajas de trazado arbitrario; tan solo alrededor de las diferentes parroquias, sus plazas y un puñado de calles adoquinadas configuraban una suerte de red urbana, más compacta en el casco histórico, donde desde el ayuntamiento y la iglesia partían varias vías principales que albergaban la casa parroquial, la Sociedad Recreativa, algunas ventas y el comercio de seña Frasca. Las casas sin encalar, construidas con los bloques amarillentos de las canteras locales, apenas se distinguían de la superficie ocre de la tierra; sus peculiares chimeneas, decoradas con el colorido de la pintura abstracta, parecían el desquite de los belareños contra la monotonía del paisaje. Las chimeneas y el verde de las plataneras y de las plantaciones de tomate, suponían la única rebelión contra el despotismo de la tierra parda. El municipio era extenso y estaba bastante poblado, y por la época en que Arminda llegó, era el más floreciente de la comarca, gracias a la pujanza del cultivo del plátano y los tomates. En un alto porcentaje, sus habitantes eran propietarios de pequeñas fincas y vivían sin grandes penurias, a salvo de las restricciones de la posguerra; había, también, dos o tres caciques, herederos de dinastías que habían recibido sus terrenos desde la conquista castellana y que, a su vez, poseían los títulos de las galerías de agua y el favor de los gobiernos locales; algunos pocos se dedicaban al comercio y a la administración. Junto a ellos estaban los indianos, emigrantes regresados en diferentes oleadas de retorno y que, como Arminda, adquirían terrenos donde edificaban, por lo común, viviendas ostentosas e ingresaban en la economía de la zona.

 

 

     Arminda y el cofre del esposo difunto, inédito.

 

 

 

Chimeneas coloreadas de Bélar / Chimeneas características de La Palma.
Chimeneas coloreadas de Bélar / Chimeneas características de La Palma.

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